¡Qué gusto daba entrar en esta tienda! Hacía tiempo que no veníamos…demasiado. Nuestros padres siempre venían aquí a comprar, a probar, a charlar, a pasar un buen rato…
¿Dónde ha quedado ese comercio cercano, de barrio, de la atención directa? No hace mucho era nuestro día a día y ahora apenas quedan unos pocos comercios así. ¿Qué ha pasado? ¿Qué no se hizo? Y lo más importante, ¿qué podemos hacer ahora?
¡Qué gusto daba entrar en esta tienda…; hacía tiempo que no veníamos,… demasiado…Nuestros padres siempre venían aquí a comprar, a probar, a charlar, a pasar un buen rato, a contarse la vida con el resto de clientes,…; “…es toda una experiencia…”, nos decían a mis hermanos, a mis amigos y a mí…
Ellos no eran gurriatos… porque no nacieron en San Lorenzo… pero se sentían a gusto aquí desde hacía más de 60 años. Eran “de la colonia”, o “veraneantes”, o “lo que sea, menos gurriatos”… pero se sentían gurriatos, qué le vamos a hacer!
Los tenderos (sic.: “Propietarios, encargados o dependientes de una tienda, en especial de comestibles”) eran, sencillamente, fantásticos, increíbles, encantadores. Lorenzo y Gracia representaban la profesionalidad, la amabilidad, la simpatía, el trabajo y el sacrificio como muchos otros “empresarios de entonces”.
Él, fuerte, con aspecto rudo, tenía las manos encalladas, con la tez ligeramente bronceada, pelín socarrón, tremendamente simpático y muy, muy listo, sabía todo de todo lo que vendían…; ella, encantadora, guapetona, un poco entrada en carnes, con aspecto cuidadísimo, con su delantal impoluto y tremendamente empática y sensible… Éramos felices en esos momentos que compartíamos con ellos y con otros vecinos y conocidos que coincidíamos allí y a los que (siempre) nuestros padres “pedían la vez” y, al rato, “daban la vez” y, siempre, al contestar, surgían unas sonrisas preludio de un buen rato…
Siempre nos decían “…a ver cómo viene esta temporada, que el invierno es muy duro, y hay que guardar para el resto del año…”, meneando la cabeza de un lado a otro con gesto de preocupación… Pero al año siguiente estaban ahí. Y al siguiente. Y los siguientes… hasta que él enfermó de algo pulmonar y, ay, Gracia y sus dos hijos, Loren y Gracita, fueron aguantando hasta cerrar el negocio…
Pero esta historia no fue hace tanto…
Y hoy la recuerdo con emoción, con nostalgia y con rabia.
Ya no están ellos…, ni su tienda…, ni mis padres…, ni los vecinos y conocidos que coincidíamos allí…y a los que (siempre) nuestros padres pedían “la vez” y luego la daban…
Muchos de nosotros tampoco somos gurriatos… porque tampoco nacimos en San Lorenzo… pero nos sentimos a gusto aquí desde hace más de 50 años. Somos “de la colonia”, o “veraneantes”, o “lo que sea, menos gurriatos”… pero nos sentimos gurriatos, qué le vamos a hacer! Y vivimos aquí. Y nuestros hijos también.
Muchos de nosotros sí somos gurriatos…; y trabajamos juntos, y salimos juntos…
Y a ambos nos apasiona nuestro pueblo (lo consideramos un poco nuestro…). Nos sentimos muy orgullosos de vivir aquí, de sentir su magia, de pasear por sus adoquines, de oler su ambiente, de contemplar la majestuosidad de su entorno, de pararnos a saludar a unos y a otras. Nos alucina convivir a diario a la sombra del Monasterio… y de poder tocar a diario el legado de uno de nuestros reyes más universales… A todos nos sale una tímida sonrisa de felicidad y se nos hincha el pecho de satisfacción cuando decimos que vivimos en El Escorial (en San Lorenzo unos, en El Escorial, otros, “El Esco”, sólo por acortar, ojo y que nadie se enfade…) y nos contestan “… joé, vaya suerte tenéis, ya nos gustaría…”.
Pero echamos de menos a Lorenzo y a Gracia. Muchos les conocimos. Pero figurados o reales, qué mas da, ejemplifican lo que fue y lo que no debió pasar…
Unos tenderos, todo sea dicho desde nuestro más profundo respeto, admiración y cariño, que no supieron evolucionar, o que no pudieron hacerlo, o que nadie se preocupó por que lo hicieran: ni sus hijos, ni su entorno, ni los que sabían, ni los que mandaban…
No tuvieron tiempo, ni posibilidad (¿…o sí?), ni información, ni voluntad,…
¿Y hoy? ¿Dónde están esos Lorenzos y Gracias? ¿Quiénes son los nuevos Lorenzos y Gracias? ¿Qué hacen los actuales Lorenzos y Gracias?
¿A quién pedimos ahora la vez? ¿Dónde la pedimos? Nos iba a tocar ya,… Era nuestra oportunidad,… ¿Habrá otra ocasión, otra oportunidad, otro turno…?
Por eso escribimos estas primeras líneas…introductorias de otras.
Porque muchos de nosotros nos quedamos en la cola, a punto de que nos tocara la vez…y nunca llegó, porque nadie nos la dio, porque la tienda cerró, porque el comercio de la esquina se fue entristeciendo, los escaparates se llenaron de polvo y las fuerzas y las ilusiones fueron desapareciendo… Enmudecieron los corrillos en plena calle, las colas en el Mercado, las charlas delante del mostrador de la mercería… Se fueron esfumando las conversaciones en las puertas de los tiendas, delante de los escaparates,… Se fue apagando la vida del barrio, la comodidad de lo próximo, la tranquilidad de lo cotidiano… Empezaba el inicio del fin de lo natural, de lo espontáneo, de lo auténtico…
Y… ¿Por qué pasó? ¿Quién tuvo la culpa? ¿Cómo es que nadie hizo nada?
¿Qué mas da? ¿Qué conseguimos con mirar hacia atrás?…
¡Pues mucho! Y, sobre todo lo demás, una cosa: aprender de los errores.
No busquemos culpables,…somos un poco todos: los tenderos, los comerciantes y los empresarios; los clientes, los proveedores, los productores y los intermediarios; los trabajadores y los propietarios; la sociedad actual… y los políticos… ay, los políticos!
Sin obviar las (ir)responsabilidades de unos y otros, el Comercio y la Hostelería siempre han sido las “cenicientas” de las políticas locales, las grandes evitadas, las desconocidas, las “patatas calientes” o las, simplemente, invisibles. Y desinterés, negligencia, ignorancia e irresponsabilidad, el abono de su lento hundimiento.
La Teoría de las 3 “íes” (Ignorancia + Inmovilismo + Irresponsabilidad) por parte de la gran mayoría de los comerciantes y hosteleros, tienen su reflejo en la Teoría de las 3 “D” (Desidia, Desinterés y Desconsideración) por parte de los que mandan.
Unos y otros. O todos juntos. Una herencia pesada, que costará levantar.
Aplicable a lo anterior, y a unos y otros, uno puede ser ignorante, pero esto tiene solución; uno puede no tener medios, pero esto también tiene solución; pero, si uno no quiere… ¿qué solución tiene?
NO SABER – NO PODER – NO QUERER = APRENDER – DOTAR(SE) – CONVENCER(SE).
Muy fácil de decir. ¿Muy difícil de solucionar?
Nada es fácil. Voluntad, tesón, trabajo, compromiso, diálogo, imaginación, profesionalidad, vocación,… son algunos de los ingredientes imprescindibles para empezar a “coger la vez”… Por cierto… ¿Nos toca ya? ¿Es nuestra “vez”, es nuestro “momento”, nuestra “oportunidad”, nuestra “ocasión”?
¡¡¡Indudablemente!!!
Pero de esto hablaremos más delante, aunque exista dolor y crítica. Aunque el enfermo no se deje curar. Y no hay mejores enfermeros que los que con pasión, entrega, compromiso y trabajo vuelven a dar sentido a la vida.
En este enlace puedes leer la continuación a este artículo: ¿Revitalizamos el comercio de San Lorenzo?